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viernes, 29 marzo, 2024

«Cuanto más cuidas a los animales, mayor es el rendimiento que obtienes»

Beatriz Sancho es una emprendedora montisonense que apostó por el negocio familiar una vez finalizados sus estudios de veterinaria. Con la ayuda de su padre gestiona una explotación ganadera con doscientas vacas nodrizas, a las que cuida con esmero. A pesar de lo sacrificado del trabajo y de las dificultades encontradas en el camino, afirma afrontar cada día de trabajo con una sonrisa. Su hija Alegría, a pesar de su temprana edad, ya comienza a conocer los entresijos de unos animales que acaparan toda la atención familiar.

En pleno siglo XXI a nadie sorprende ver a una mujer dirigiendo una explotación ganadera; los tiempos han cambiado y ahora lo importante es contar con una buena cualificación y ganas de sacar un negocio adelante, lo cual exige un fuerte compromiso los 365 días del año. Beatriz vivió desde niña el esfuerzo de sus padres, a la par que en ella crecía un gran amor por los animales. “Desde pequeña me crié entre las vacas y cuando comencé mis estudios de veterinaria me especialicé en el vacuno, con el objetivo de dar continuidad a la explotación familiar”, explica esta emprendedora de treinta años.

Durante su discurso hace hincapié en las numerosas dificultades con las que se ha topado, los requisitos necesarios para percibir ayudas y la gran cantidad de papeleos a complementar. “El relevo generacional y la incorporación de la mujer son claves para el presente y futuro del sector primario, pero con la situación actual va a ser muy complicado. Los márgenes de beneficio cada vez son más pequeños y las inversiones muy importantes. Eso provoca que muchas personas se vean obligadas a vender las instalaciones y dejar a medias el proyecto, ante la imposibilidad de hacer frente a los pagos. Es más sencillo trabajar para terceros y así evitar tantos quebraderos de cabeza”. Para llevar a cabo la ampliación recibió una subvención del Gobierno de Aragón de 35.000 euros; mientras que la inversión ascendió a alrededor de 200.000. “Así es muy difícil que los jóvenes se fijen en este sector y apuesten por quedarse en su pueblo”.

A pesar de todas las adversidades, ella está siendo valiente e incluso tiene arrestos para afirmar que en cuanto pueda va a volver a ampliar las instalaciones, construir una nueva nave e incrementar el número de reses. “Ahora ya se nos empiezan a quedar pequeñas, queremos aumentar el número de cabezas en busca de una mayor rentabilidad”. Hace veinte años los terneros se vendían por el mismo precio que ahora, pero en cambio el pienso, el gasóleo y los costes en general se han duplicado, dejando un estrecho margen de beneficio. Todo ello agrava el problema del relevo generacional en el sector primario.

La finca familiar está situada en la carretera Pueyo, a apenas cinco minutos del núcleo urbano de Monzón. Desde ella se puede contemplar la ermita de la Alegría que se encuentra a escasa distancia, y al fondo de la panorámica también se erige imponente el castillo de la población. En su trabajo diario, Beatriz combina sus tareas como veterinaria y como emprendedora, una mezcla resumida en una aseveración contundente, pero muy sencilla: “Cuanto más cuidas a los animales, mayor es el rendimiento que obtienes”. Además de limpiar las instalaciones y dar de comer a los animales, también se encarga de realizar diagnósticos de gestación, atender los partos, inseminar a las vacas, velar por la salud de los animales y llevar las cuentas de la explotación. “Mi padre me ayuda, su experiencia de tantos años es importante a la hora de tomar algunas decisiones. Él se dedica sobre todo a trabajar en los cultivos con los que luego alimentamos al ganado”.

Una de las peculiaridades del proyecto es la constante mejora genética del rebaño. Los terneros machos se crían hasta cumplir los cuatro meses y entonces son vendidos a un cebadero; en cambio las hembras en algunos casos se quedan en la explotación y cuando cumplen dos años son inseminadas. “Según sus características tomamos una u otra decisión. Es apasionante ver como nacen y crecer los ternero. Es un trabajo que me encanta”, sonríe. Su hija Alegría está viviendo la misma situación que su madre cuando era niña, se ha acostumbrado a vivir rodeada de estos animales. “Cuando sale del colegio ya pregunta por ellos,cómo están, sin ha nacido alguno… Es algo bonito y espero que le dure cuando se haga más mayor”. Compaginar el trabajo con la vida social y familiar es complicado debido a las obligaciones diarias que requieren los animales, pero también reconoce la flexibilidad del horario, para así poder adaptarse a las necesidades de su hija, a quién tampoco le importa pasar la tarde en la explotación junto a su madre y su abuelo.

Nuestra protagonista es una fiel defensora del papel de la mujer en el sector y le gusta darle visibilidad y contar su historia. Sin ir más lejos en noviembre de 2018 apareció en “Tempero”, programa de Aragón Televisión,siendo una de las protagonistas de un capítulo titulado “Segunda Oportunidad” donde contó su día a día. Para concluir resalta la importancia de las dos generaciones que le proceden y los grandes esfuerzos realizados para hoy poder recoger los frutos. “Sin lo que hicieron mis padres y mis abuelos todo esto sería imposible. Su trabajo y esfuerzo merece un reconocimiento y estoy orgullosa de poderle dar continuidad”, afirma sobre un empleo que considera vocacional y con posibilidades de expansión.

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